El Último Gran Pacto
UNA FUERTE ALIANZA ASIÁTICA ATENTA CONTRA LA VOLUNTAD DE BLATTER DE MANTENERSE AL FRENTE DE LA FIFA HASTA 2015. PROYECTOS ENCONTRADOS Y NEGOCIACIONES CON FUTURO INCIERTO BAJO UN MANTO DE ALIANZAS Y ENEMISTADES POR CONVENIENCIA. LA DESIGNACIÓN DE LOS PRÓXIMOS MUNDIALES, LA CARTA GANADORA PARA BLATTER.
A tan sólo 47 días del comienzo del Mundial Sudáfrica 2010, el universo futbolístico, continuamente convulsionado, está sufriendo, como pocas veces se ha visto en su historia, los embates del desenfreno y el caos de diversos sucesos que giran a su alrededor. Sin embargo, para la FIFA, y especialmente para su presidente, Joseph Blatter, muchos de esos problemas, hoy, pasan inadvertidos.
A ningún integrante de “la multinacional más importante del mundo”, como sugiere la prensa especializada, le preocupa el peligro que implica el nuevo brote de violencia racial y social dentro del país organizador de la Copa; las amenazas de grupos terroristas contra el acontecimiento más importante del fútbol son tomadas casi como un dato de color; incluso, tampoco se han molestado tomar parte en la investigación por la denuncias contra los jugadores franceses, futuros mundialistas, quienes mantuvieron relaciones sexuales con una prostituta menor de edad.
Pero, ¿qué puede ser considerado tan urgente y crucial como para minimizar la suma de los demás inconvenientes?. Sí, exactamente. El dominio del poder político, conjuntamente con el económico, se ha puesto en riesgo.
En los últimos meses, se ha conformado una propuesta alternativa para las elecciones presidenciales que celebrará la FIFA en 2011, denominada “Frente AntiBlatter”, proveniente desde Asia. Este sector está encabezado por los dos hombres más fuertes que tiene el fútbol de ese continente, quienes han dejado de lado una enemistad de varios años: el líder de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC), el qatarí Mohamed bin Hammam, y el millonario surcoreano Chung Mong-Joon.
Lejos de ser sólo un capricho de millonarios ambiciosos, ambos dirigentes enarbolan la consigna de querer ver a un asiático al frente de FIFA. Sin embargo, Hammam, ex aliado de Blatter, ya se ha enfrentado a la actual gestión, el mes pasado, por medio de una propuesta sometida a votación, con derrota incluida: Limitar el tiempo de cada presidente a un máximo de ocho años, es decir, como sólo una reelección, y no cuatro, como anhela alcanzar el actual líder de FIFA.
En este nuevo escenario, Blatter se ha topado con un nuevo escollo para mantenerse en su trono hasta 2015. Semanas atrás, el sueco había admitido que se deseo era gobernar 5 años más, debido a que considera que aún no ha terminado su misión en el fútbol. Y, aunque nadie sabe, a ciencia cierta, cuáles son los planes que quiere llevar a cabo, todo indica que el “Frente AntiBlatter” deberá buscar aliados más allá de Asia, si es quiere derrotar al actual poder en el próximo año. De lo contrario, le ocurrirá lo mismo que en la ya citada votación del mes pasado.
Igualmente, Hammam estar al tanto que enfrenta a algo más que sólo un candidato, bien acompañado, y sediento de más logros. Blatter, en 1998, se encuentró con la candidatura para encabezar el máximo organismo del fútbol mundial por la designación del brasileño Joao Havelange, ex presidente, desde 1974 y hasta ese entonces, y de su mano derecha, el conocido ex ferretero argentino Julio Grondona.
Bajo esa tutela, derrotó a su compatriota y, por entonces, presidente de la UEFA (Asociación de Clubes de Fútbol de Europa), Lennart Johansson, en el medio de una serie de acusaciones nunca antes vista dentro del órgano rector del fútbol. El resto de su continuidad fue más sencilla: Victoria en 2002 ante la pobre oposición que le presentó el camerunés Issa Hayatou, y triunfo en 2006 por haber sido la única alternativa que se presentó a las elecciones.
Pero, a pesar de contar, de antemano, el resultado favorable asegurado, ayer, Blatter, viejo lobo de mar, viajó a Qatar par tener un encuentro, cara a cara, con Hammam. La intención del sueco es, aparte de ganar las elecciones de 2011, que ninguna otra lista participe de las mismas, con el fin de demostrar la existencia de una completa unidad de criterios y gestión en su mandato.
Además, sabiendo que Hammam cuenta con un apoyo financiero muy importante, y a la vez atractivo, Blatter sabe que intentará seducir a importantes dirigentes del fútbol mundial, ya que los asiáticos no cuentan con una figura fuerte. Ya lo intentaron con Platini, aliado al actual gobierno, y se encontraron con un su negación. No se sabe que puede pasar con cualquier otro, pero lo que Blatter quiere evitar es que surja un conflicto electoral como el de 1998.
Para ello, seguramente, Hammam recibirá una oferta, tan irresistible como conciliadora: Asegurarle sede del Mundial 2022 a Qatar, que ya ha presentado su candidatura para la misma. Esto le pondría fin a las ambiciones presidenciales de Hammam, por lo menos, hasta 2015 y, así, los deseos del sueco serían finalmente cumplidos.
De esta manera, estrategias, movimientos y ofrecimientos están a la orden del día. A poco del comienzo del Mundial, Blatter debe arreglar, según parece, cuestiones más urgentes. Su poder está en juego. Aunque, una a favor, como de antecedente, se puede asegurar que el sueco es hombre de palabra. O algo así.
En la campaña electoral de 1998, le prometió Sudáfrica que le iba a asignar un mundial, el de 2006. A manera de reparación histórica ante los inconvenientes que tuvo con la UEFA en 1998, Blatter debió otorgarle esa copa una nación de integrante ésta confederación. Por lo que, Alemania albergó la Copa en 2006 y, se postergó cuatro años el sueño africano.
Ya sin Blatter a partir de 2015, Hammam no tendría nada que perder para 2022. Siempre y cuando evite, de antemano, el sorpresivo aplazo.
A ningún integrante de “la multinacional más importante del mundo”, como sugiere la prensa especializada, le preocupa el peligro que implica el nuevo brote de violencia racial y social dentro del país organizador de la Copa; las amenazas de grupos terroristas contra el acontecimiento más importante del fútbol son tomadas casi como un dato de color; incluso, tampoco se han molestado tomar parte en la investigación por la denuncias contra los jugadores franceses, futuros mundialistas, quienes mantuvieron relaciones sexuales con una prostituta menor de edad.
Pero, ¿qué puede ser considerado tan urgente y crucial como para minimizar la suma de los demás inconvenientes?. Sí, exactamente. El dominio del poder político, conjuntamente con el económico, se ha puesto en riesgo.
En los últimos meses, se ha conformado una propuesta alternativa para las elecciones presidenciales que celebrará la FIFA en 2011, denominada “Frente AntiBlatter”, proveniente desde Asia. Este sector está encabezado por los dos hombres más fuertes que tiene el fútbol de ese continente, quienes han dejado de lado una enemistad de varios años: el líder de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC), el qatarí Mohamed bin Hammam, y el millonario surcoreano Chung Mong-Joon.
Lejos de ser sólo un capricho de millonarios ambiciosos, ambos dirigentes enarbolan la consigna de querer ver a un asiático al frente de FIFA. Sin embargo, Hammam, ex aliado de Blatter, ya se ha enfrentado a la actual gestión, el mes pasado, por medio de una propuesta sometida a votación, con derrota incluida: Limitar el tiempo de cada presidente a un máximo de ocho años, es decir, como sólo una reelección, y no cuatro, como anhela alcanzar el actual líder de FIFA.
En este nuevo escenario, Blatter se ha topado con un nuevo escollo para mantenerse en su trono hasta 2015. Semanas atrás, el sueco había admitido que se deseo era gobernar 5 años más, debido a que considera que aún no ha terminado su misión en el fútbol. Y, aunque nadie sabe, a ciencia cierta, cuáles son los planes que quiere llevar a cabo, todo indica que el “Frente AntiBlatter” deberá buscar aliados más allá de Asia, si es quiere derrotar al actual poder en el próximo año. De lo contrario, le ocurrirá lo mismo que en la ya citada votación del mes pasado.
Igualmente, Hammam estar al tanto que enfrenta a algo más que sólo un candidato, bien acompañado, y sediento de más logros. Blatter, en 1998, se encuentró con la candidatura para encabezar el máximo organismo del fútbol mundial por la designación del brasileño Joao Havelange, ex presidente, desde 1974 y hasta ese entonces, y de su mano derecha, el conocido ex ferretero argentino Julio Grondona.
Bajo esa tutela, derrotó a su compatriota y, por entonces, presidente de la UEFA (Asociación de Clubes de Fútbol de Europa), Lennart Johansson, en el medio de una serie de acusaciones nunca antes vista dentro del órgano rector del fútbol. El resto de su continuidad fue más sencilla: Victoria en 2002 ante la pobre oposición que le presentó el camerunés Issa Hayatou, y triunfo en 2006 por haber sido la única alternativa que se presentó a las elecciones.
Pero, a pesar de contar, de antemano, el resultado favorable asegurado, ayer, Blatter, viejo lobo de mar, viajó a Qatar par tener un encuentro, cara a cara, con Hammam. La intención del sueco es, aparte de ganar las elecciones de 2011, que ninguna otra lista participe de las mismas, con el fin de demostrar la existencia de una completa unidad de criterios y gestión en su mandato.
Además, sabiendo que Hammam cuenta con un apoyo financiero muy importante, y a la vez atractivo, Blatter sabe que intentará seducir a importantes dirigentes del fútbol mundial, ya que los asiáticos no cuentan con una figura fuerte. Ya lo intentaron con Platini, aliado al actual gobierno, y se encontraron con un su negación. No se sabe que puede pasar con cualquier otro, pero lo que Blatter quiere evitar es que surja un conflicto electoral como el de 1998.
Para ello, seguramente, Hammam recibirá una oferta, tan irresistible como conciliadora: Asegurarle sede del Mundial 2022 a Qatar, que ya ha presentado su candidatura para la misma. Esto le pondría fin a las ambiciones presidenciales de Hammam, por lo menos, hasta 2015 y, así, los deseos del sueco serían finalmente cumplidos.
De esta manera, estrategias, movimientos y ofrecimientos están a la orden del día. A poco del comienzo del Mundial, Blatter debe arreglar, según parece, cuestiones más urgentes. Su poder está en juego. Aunque, una a favor, como de antecedente, se puede asegurar que el sueco es hombre de palabra. O algo así.
En la campaña electoral de 1998, le prometió Sudáfrica que le iba a asignar un mundial, el de 2006. A manera de reparación histórica ante los inconvenientes que tuvo con la UEFA en 1998, Blatter debió otorgarle esa copa una nación de integrante ésta confederación. Por lo que, Alemania albergó la Copa en 2006 y, se postergó cuatro años el sueño africano.
Ya sin Blatter a partir de 2015, Hammam no tendría nada que perder para 2022. Siempre y cuando evite, de antemano, el sorpresivo aplazo.
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